La transformación de un paisaje: la ciudad vacía renace con un nuevo rostro

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La transformación de un paisaje: la ciudad vacía renace con un nuevo rostro

En un giro sorprendente, la ciudad que una vez fue conocida por sus calles vacías y edificios abandonados está experimentando una transformación radical. Después de años de decadencia, la ciudad ha encontrado una segunda oportunidad y está renaciendo con un nuevo rostro. La revitalización del área ha traído consigo un auge en la inversión y el desarrollo, lo que ha llevado a la creación de nuevos espacios públicos y privados que están cambiando la fisonomía de la ciudad. La regeneración urbana ha sido posible gracias a la colaboración entre el sector público y privado, que han trabajado juntos para devolverle la vida a esta ciudad que parecía condenada al olvido.

La ciudad vacía renace con un nuevo rostro: un paisaje transformado

Las ciudades desocupadas se dan más en el verano, específicamente en agosto. En ese momento, la poca gente que queda las hace suyas. Porque en el resto del año, la ciudad es ella misma, y los habitantes cuentan mucho menos. No por lo que hacen, sino por su identidad aislada. Entonces la ciudad gana disposición comunicativa.

Los edificios hablan de la historia, si hay ríos vemos geografía, algunas estatuas quieren ser recuerdos de personas ilustres o de artes variados. Y luego está la trama urbana, más o menos ordenada, con sus calles principales y los semáforos, funcionen o no. ¡Qué decir de las tiendas y comercios!

El silencio urbano: una oportunidad para redescubrir la ciudad

El silencio urbano: una oportunidad para redescubrir la ciudad

En ese agosto concreto, la movilidad urbana ya no existe apenas, porque poca gente la escenifica. Acaso los pobres o con alguna dolencia que no pudieron abandonarla. Cada cierto tiempo, la ciudad es un plano sin gente. Da la impresión de que los urbanistas dejaron de querer a su ciudad.

Pero los árboles, a pesar de estar confinados en lugares que no eligieron, siguen dando sombra. Porque si el sol se empeña, hace inhóspita la ciudad. ¿Será por eso que periódicamente la abandonan sus moradores?

La ciudad de los perros: un reflejo de la soledad y la libertad

Algunas gentes aprovecharon para soltar antes de huir sus animales domésticos, principalmente perros con quienes romperían el afecto; que quedan expuestos a la intemperie, sobreviviendo en tierra de nadie, además sin nadie.

Me siento en un banco a observar su ir y venir, sus ladridos a otros para robarles algún resto comestible que encontrarían en las papeleras o en los contenedores sin vaciar. A pesar de todo, se les adivinaba felices, se olisqueaban y saltaban a cuatro patas. Es lo que tiene la libertad.

La transformación de un paisaje: la ciudad desocupada se vuelve un escenario natural

Ahora la ciudad les pertenecía, ya no estaba vacía. No sé la razón por la que me viene a la memoria La ciudad de los perros de Vargas Llosa, pues poco tiene que ver la trama con lo que aquí escribo.

Los canes de ahora son prisioneros de ciudades inhabitables, aunque disfruten de los afectos de sus hospedantes. La ciudad de los perros y la ciudad de las personas caben una dentro de otra, pero no son la misma ciudad.

Apetece pisar las calles que en otro tiempo hollaron los coches. Anchas e interminables avenidas que sin coches nos permiten fijarnos en las fachadas de las casas. Persianas bajadas esconderán sin duda ventanas cerradas, como si todo en los edificios quisiera dar la espalda a los inexistentes o mínimos viandantes.

Apetece echar a correr sin peligro, ahora que los coches faltan, o están estacionados; ¿quizás se sientan abandonados? Como el quiosco donde compraba la prensa o la cafetería que en tiempos abría al despertar el alba para contentar a la ciudadanía madrugadora.

A esas horas la ciudad es un mosaico de materia inerte –plástica o de origen natural-, diversos animales invertebrados –hileras de hormigas por muchos sitios- y de aires que no se ven pero se sienten. Casi asusta transitar por alguna calle altamente contaminada que ahora no sabe a nada, no huele a nada.

Calle redescubiertas con sus señales de tráfico, pasos de cebra sin cebras y recorridos resaltados para los invidentes. Me gustaría conocer la percepción de estos últimos de la ciudad, que en este caso dudo que sea la suya, al menos en afectos.

Ciudad que merecería un reportaje televisivo de esos importantes, para entablar diálogos urbanos solamente con imágenes. Como me mostraba Italo Calvino, a quien invité a darse un paso conmigo en forma de libro, Marcovaldo o sea las estaciones en la ciudad, que llevé por las vacías vías desiertas; buscábamos la naturaleza en la ciudad.

Y sí que habían crecido musgos y líquenes de varios colores, hierbajos entre el asfalto, y los árboles ya no tenían pudor en levantar el pavimento con sus raíces. Los invertebrados ocultos salieron de sus escondrijos, confiados por el silencio. ¡Vaya festín para los pájaros!

No sé por qué razón pero me apeteció tocar con el libro de Calvino esas raíces de los árboles que emergían del pavimento hostil, y también las plantas que habían surgido en los alcorques de los árboles.

La calle donde estaba mi casa parecía distinta; tanto que me dediqué a contar las planchas metálicas y otros registros colocados en el pavimento: 47 en total. Entonces me acordé de aquellas ciudades invisibles que contaba al en .

En mi paseo, al observar a las múltiples palomas que repiqueteaban los suelos, me pregunté si esta ciudad –es un decir porque siempre decimos mi, tu, su para identificarla en lugar de nuestra, vuestra o suya- no era la ciudad de las palomas. Otras ciudades tienen a los animales como protagonistas, como le sucede a Nueva Delhi.

Muchos de sus habitantes lo consideran un problema menor si lo comparamos con la pobreza y la contaminación, suya o de otros. Dicen que es la ciudad más contaminada del mundo, ¿será porque sus habitantes no la abandonan al menos un mes al año?

Me pregunto si para mucha gente su ciudad vivida coincidirá con su ciudad soñada. Acaso ni siquiera se lo ha cuestionado: las cosas son como son; no hay por qué darle vueltas como las de esos grupos que siempre protestan de algo de su ciudad.

Ahora mismo están empeñados en climatizar la ciudad, en habilitar refugios –qué mal suena esa palabra asociada al lugar donde alguien habita- climáticos. Ya sabemos que si algo identifica a la ciudad es que dentro de ella hay muchas ciudades que están juntas y no por eso comparten esperanzas y temores.

En un arranque ecologista me digo que la ciudad actual es una suma parcialmente ordenada de coches deambulando en múltiples direcciones. Debe ser agresivo el asunto porque se va extendiendo la necesidad de limitar o prohibir la circulación de vehículos a motor por zonas concretas de la ciudad.

Lamentaría identificar la ciudad como la zona de tránsito o competición de coches, autobuses, camiones, etc. Qué identifica la ciudad ahora vacía. Primero su nombre que la hace diferente a las demás sin decir por qué. No se me ocurre ninguna cosa más, porque no tengo la habilidad de ser urbanita al mismo tiempo en ciudades diversas.

En los folletos turísticos, ahora ninguneados por las redes sociales que nos embaucan hacia una u otra ciudad, prevalecían monumentos o lugares naturales dignos de ser visitados. Imagino que todos esconderán un porqué y otro para qué, al menos.

Veo en repostajes a una parte de los moradores de mi ciudad ahora vacía pasear por esas ciudades llenas de gentes de otros lugares. Parecen sentirse felices pues hacen muchas fotos. Me digo que padecerán alguna incomodidad similar a su ciudad habitual. Pero seguro que ya piensan en las que al año siguiente visitarán, cuando me liberen de su presencia en “nuestra” ciudad otra vez vaciada.

Lamento no saber decir qué elegiría para identificar el lugar donde vivo normalmente; tampoco quiero identificarlo. Puede que quedase oportuno alejarse espacialmente de esta tarea; decir que se trata simplemente de una amalgama de cosas y casos, ordenadas con ciertas incoherencias. Por cierto, es una ciudad asociada a la iniciativa EuroCities2030, la que llaman excelencia urbana del futuro.

Marina Ramírez

Soy Marina, una autora apasionada por la actualidad nacional española. En Diario Online, un periódico independiente, comparto mis análisis y opiniones sobre los eventos más relevantes de nuestro país. Con mi pluma perspicaz y mi compromiso con la verdad, busco ofrecer a los lectores una visión objetiva y completa de la realidad que nos rodea. ¡Acompáñame en este apasionante viaje a través de las noticias más importantes de España!

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