- Título reescrito: La explosiva expansión de Starlink de Elon Musk obstaculiza el trabajo de astrónomos: la nueva generación de satélites satelites ciega a estrellas lejanas
- La constelación de Starlink: un obstáculo para la observación del universo
- La radiación electromagnética no intencionada
- Un obstáculo para la astronomía
- Fugas sin control
- Una nueva normativa sobre satélites
Título reescrito: La explosiva expansión de Starlink de Elon Musk obstaculiza el trabajo de astrónomos: la nueva generación de satélites satelites ciega a estrellas lejanas
La ambiciosa iniciativa de Elon Musk, fundador de SpaceX, de proporcionar acceso a internet global a través de su constelación de satélites Starlink, ha generado una gran polémica en la comunidad astronómica. La explosiva expansión de esta red de satélites, que ya cuenta con más de 2.000 unidades en órbita, ha comenzado a obstaculizar el trabajo de los astrónomos, quienes se quejan de que la nueva generación de satélites está casi cegando la visibilidad de estrellas lejanas y dificultando la observación del cielo nocturno. ¿Cuáles son las implicaciones de este conflicto entre la innovación tecnológica y la ciencia astronómica?
La constelación de Starlink: un obstáculo para la observación del universo
La red satelital Starlink, desarrollada por la empresa privada de vuelos espaciales SpaceX, propiedad de Elon Musk, tiene como objetivo proporcionar Internet de bajo costo a ubicaciones remotas. Sin embargo, su expansión está obstaculizando la investigación astronómica.
Las dos primeras naves del proyecto, llamadas TinTinA y TinTinB, se lanzaron en febrero de 2018. Hoy el servicio está disponible en un centenar de países, entre ellos España. Como resultado de la ofensiva espacial de Musk, de los casi 8.500 objetos en órbita terrestre baja, 6.300 son satélites Starlink lanzados en los últimos años. Todos ellos orbitan el planeta a 550 kilómetros.
La radiación electromagnética no intencionada
Un estudio publicado en la revista Astronomy & Astrophysics ha descubierto que los satélites Starlink V2 (segunda generación) son demasiado brillantes y emiten radiación electromagnética no intencionada (UEMR) a niveles 32 veces más brillantes que la infraestructura V1.
Cuando decimos 'cegado' significa que tu ojo recoge demasiada luz para poder ver algo, explica Benjamin Winkel, científico del Instituto Max Planck de Radioastronomía y uno de los autores del estudio. Mientras que los satélites de la primera generación se volvieron más débiles en el último año, la nueva generación, por desgracia, parece ser más brillante.
Un obstáculo para la astronomía
La presencia en el cielo de los satélites de Starlink está obstaculizando los esfuerzos por estudiar el universo. La constelación Starlink crea mucho ruido radioeléctrico, lo que hace que los astrónomos tengan dificultades para observar el universo.
Comparada con las fuentes astrofísicas más débiles que observamos, la radiación electromagnética no intencionada de los satélites Starlink es 10 millones de veces más brillante, afirma Cees Bassa, astrónomo del ASTRON. La diferencia entre estas señales es tan grande como comparar las estrellas más débiles visibles a simple vista con el brillo de la Luna llena.
Fugas sin control
Se calcula que el número de satélites en órbita de todos los operadores podría alcanzar los 100.000 en 2030. Esto podría generar una gran cantidad de fugas de radiofrecuencia que podrían afectar la observación del universo.
Los satélites de la constelación están filtrando ondas de radio fuera del rango de 10,7 a 12,7 gigahercios utilizado para el enlace descendente de comunicaciones. Algunas de estas fugas se producen en el rango de 150,05 a 153 MHz, una banda crucial para la radioastronomía.
Una nueva normativa sobre satélites
La comunidad investigadora depende del diálogo con las empresas para regular la emisión de radiación electromagnética no intencionada. La Unión Internacional de Telecomunicaciones regula las emisiones de radiofrecuencia terrestres, pero en el espacio hay menos control de los operadores de satélites.
SpaceX ha realizado modificaciones en su flota V1 para reducir el ruido radioeléctrico, pero se necesitan más regulaciones para proteger la investigación científica.
Si, efectivamente, en 2030 alcanzamos los 100.000 satélites en órbita la regulación se hace imprescindible y no solo para beneficio de los astrónomos, afirma Benjamin Winkel.
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