En un conmovedor testimonio, Gema Rodríguez, una madre abnegada, comparte su historia de lucha y dedicación para cuidar a su hija, que padece un 99% de discapacidad. Con una entrega total y un amor incondicional, Gema se ha convertido en la principal cuidadora de su hija, afrontando diariamente los desafíos que conlleva esta situación. Sin embargo, a pesar de su inquebrantable amor, Gema admite que necesita apoyo para seguir adelante, ya que la carga emocional y física de cuidar a su hija puede ser abrumadora. En esta emotiva entrevista, Gema nos muestra la realidad de las familias que cuidan a seres queridos con discapacidad y nos hace reflexionar sobre la importancia de brindarles el apoyo y la ayuda que necesitan.
La lucha de Gema Rodríguez: una madre que se sacrifica por su hija con 99% de discapacidad
Gema Rodríguez, madre de Gema Puig, una joven de 18 años con un 99% de discapacidad, vive una realidad que cambió radicalmente desde el nacimiento de su hija. Mi vida se acabó el día en que nació mi hija. No me pesa, pero es la realidad, afirma tajantemente.
La pequeña Gema nació con un síndrome de nevus neurocutáneo, lo que le provocó una grave parálisis cerebral y epilepsia. Desde entonces, Gema Rodríguez se convirtió en su principal cuidadora, dedicándole todo su tiempo y esfuerzo.
Una madre que se sacrifica por completo
Soy yo la que se encarga de cuidarla, llevarla al médico, bañarla, cambiarle el pañal… y ya tiene 18 años, no es un bebé, insiste Gema Rodríguez. Su madre murió antes de que naciera su hija, está separada y el padre de Gema le echa una mano siempre que la necesita, pero la carga del cuidado recae principalmente en ella.
Económicamente, la situación también es complicada. Gema Rodríguez tuvo que dejar de trabajar para cuidar a su hija y retomó su vida laboral poco a poco, pero solo puede trabajar las horas que su hija va al colegio, y pidiendo favores, porque van al médico muy a menudo.
Una vida dedicada a cuidar
Sus ingresos son unos 700 euros de su trabajo, la pensión no contributiva que recibe su hija desde que cumplió 18 y la prestación por dependencia. Ayudas que invierte totalmente en cosas que su hija necesita: tiene que ir a logopedia y fisio, he tenido que poner salvaescaleras, grúas para levantarla, sillas para el baño… y muchas cosas más.
Actualmente, Gema Rodríguez está intentando ahorrar para comprar una furgoneta con rampa adaptada para su hija, que cuesta 14.000 euros.
La carga emocional y física
Cuando eras niña, todo era más fácil. pero ¿cómo vas a cambiar de pañal a una chica de 18 años en la playa? ¡Si casi no puedes ni llegar!, dice resignada. Las sillas eléctricas no están cubiertas a no ser que las pueda manejar el propio usuario, y son tan caras que pocos se las pueden permitir.
Tengo 47 años y la espalda hecha polvo, y mi hija solo se mueve lo que yo la mueva. De hecho, me levanto cada noche para cambiarla de postura y que no le salgan úlceras, hay que hacer las transferencias, meterla en la cama, ducharla, llevarla al baño… Es como si tuvieras un bebé, pero que pesa lo mismo que tú, y para los padres es inabarcable…, afirma.
Una demanda de ayuda
Gema Rodríguez no quiere delegar el cuidado de su hija, pero sí demanda ayuda. Hay que cuidar al cuidador, porque a mí algún día me va a estallar la cabeza, voy corriendo a todos lados, si no estoy trabajando, estoy en el médico, sino en terapias, tengo una casa que limpiar… No tengo tiempo para vivir, mi vida es la suya.
Por eso, como demandan el resto de cuidadores principales, pide que se las apoye con una red de apoyo para poder tener tiempo para sí misma y darle a su hija más tiempo de calidad, alguien que la ayude en casa.
Yo la quiero con locura y no quiero separarme de ella, pero necesito apoyo, concluye Gema Rodríguez.
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