De la tensión bélica a la tranquilidad: cómo el shock petrolero se transforma en un flujo constante de combustible

De la tensión bélica a la tranquilidad: cómo el shock petrolero se transforma en un flujo constante de combustible

En un giro inesperado, la tensión bélica que caracterizó el mercado energético en los últimos años parece estar dando paso a una nueva era de tranquilidad. El shock petrolero, que hace unos años puso en jaque a la economía global, se ha transformado en un flujo constante de combustible, gracias a la inversión en tecnologías de exploración y producción de hidrocarburos. Este cambio de tendencia ha sido posible gracias a la creciente eficiencia en la extracción de petróleo y gas, lo que ha permitido aumentar la oferta y reducir los precios. En este artículo, analizaremos los factores que han llevado a este cambio y las consecuencias que tendrá en la economía global.

Shock petrolero: ¿cuánto tardará en reflejarse en el bolsillo de los consumidores?

La irrupción de Irán en el conflicto de Oriente Medio ha provocado una sacudida en los precios del petróleo, llevando al barril de Brent, referencia en Europa, a dispararse casi un 9% solo entre el lunes y el jueves.

El temor a que la guerra escale a nivel regional y a una posible interrupción del flujo de petróleo desde esta zona estratégica del planeta ha ido creciendo con el paso de las horas. Sólo los yacimientos de Irán, séptimo productor mundial, albergan el 12% de las reservas de petróleo conocidas en todo el planeta, y en conjunto, los países del Golfo Pérsico acumulan dos tercios de las reservas totales de crudo.

El impacto en el bolsillo de los consumidores

La duda está en el momento en que este choque se trasladará al bolsillo de los consumidores en forma de unos combustibles más caros y en la intensidad con la que lo hará. Fuentes de la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP) explican que a los combustibles les afecta más el precio de los productos ya refinados que el del petróleo en sí.

Inciden, además, en que la evolución de los precios de los carburantes a lo largo de esta crisis dependerá mucho de la intensidad de la subida del 'oro negro' y de cuánto tiempo se prolongue.

La situación actual del mercado

La semana pasada, el diésel se pagó de media a 1,362 euros por litro tras su undécima caída consecutiva, y la gasolina a un promedio de 1,482 euros por litro después de acumular doce semanas a la baja. Los carburantes tocaron máximos históricos en junio de 2022 como consecuencia de la invasión rusa de Ucrania y el agravamiento de la crisis energética.

El dólar y el abastecimiento también influyen en el precio. Dado que los mercados internacionales se mueven en dólares, el tipo de cambio euro/dólar también es un factor a tener en cuenta.

La incertidumbre acerca de la escalada bélica entre Israel e Irán está llevando a los inversores a refugiarse en el dólar, considerado tradicionalmente un activo seguro, lo que encarece las importaciones del petróleo y sus derivados en el caso español y en el europeo en general.

La demanda y la oferta

Desde la AOP explican que en periodos de crisis, la alza de los combustibles depende también de si el repunte del petróleo responde solo a los riesgos geopolíticos u obedece también a un problema de abastecimiento del mercado.

Actualmente, la demanda de los dos principales consumidores de crudo a nivel mundial, Estados Unidos y China, está siendo más débil de lo previsto por el enfriamiento de sus respectivas economías. No existe, por tanto, desabastecimiento como sí se produjo en otras crisis previas en la zona, y la previsión de buena parte de los analistas es que la demanda mundial de crudo siga siendo débil.

Un mercado convulso

El mercado petrolero se ha visto afectado por choques inéditos desde la pandemia, como la crisis de las cadenas de suministros, la energética o la inflacionaria, unidas a la incertidumbre geopolítica.

Desde la AOP prefieren no hacer previsiones sobre cuándo y cómo empezará a notarse en el surtidor la escalada bélica en Oriente Medio, aunque reconocen que un ataque a las instalaciones petrolíferas de Irán sí tendría un mayor impacto.

Esta posibilidad ha cobrado fuerza en las últimas horas, a punto de cumplirse ya un año del conflicto, que se inició el 7 de octubre de 2023. El Gobierno de Benjamín Netanyahu está en conversaciones con Estados Unidos acerca de su respuesta al ataque con centenares de misiles balísticos que Irán perpetró en su territorio.

El riesgo de interrupción del suministro

La principal señal a vigilar a corto plazo es el riesgo de interrupción del suministro de petróleo, sostiene Thomas Hempell, responsable de análisis macro de la gestora Generali AM. Como respuesta a una acción de Israel, los Houthis proiraníes de Yemen podrían intensificar los ataques en el Mar Rojo, lo que perturbaría aún más el comercio mundial y, en concreto, el transporte de petróleo.

En un caso extremo, Irán podría intentar cerrar de facto el Estrecho de Ormuz, por el que transitan unos 20 millones de barriles de petróleo y productos derivados (en torno al 20% del suministro mundial), advierte el experto. Un acontecimiento de este tipo haría subir significativamente los precios del petróleo por motivos de escasez de suministro.

Los impuestos y otros costes de producción

Las cotizaciones internacionales son solo una parte del precio final que los consumidores pagan cuando van a repostar. Hay otros gastos que prácticamente se mantienen fijos y afectan al importe de los combustibles, como los costes de producción, distribución y comercialización (alrededor del 15%), donde se incluyen los márgenes del mayorista y del minorista.

Por último, el precio de los carburantes está determinado por los impuestos (están gravados por el IVA y el Impuesto Especial de los Hidrocarburos), que determinan entre el 41 y el 45% del precio final, así como por otros costes asociados, como el mantenimiento de las reservas estratégicas y la aportación al Fondo Nacional de Eficiencia Energética.