En un emocionante testimonio de superación y resiliencia, Fernando de Querol, afectado de distrofia muscular de cintura, se ha convertido en un ejemplo a seguir para aquellos que luchan con enfermedades crónicas. Con una determinación y una fuerza interior que inspira, De Querol destaca la importancia de darle un lugar a la enfermedad en la vida diaria, pero sin permitir que ésta domine completamente la existencia. Su historia es un recordatorio de que, aunque la enfermedad sea una parte de nuestra vida, no tiene por qué definirla. En las siguientes líneas, exploraremos cómo De Querol ha logrado encontrar un equilibrio entre su condición y su pasión por la vida, y qué lecciones podemos aprender de su experiencia.
- Con la fe y la familia, Fernando de Querol lucha contra la distrofia muscular
- El diario de un afectado: 'No dejar que la enfermedad me condicione la vida'
- Fernando de Querol, un luchador: 'Con pequeños detalles, la sociedad puede hacer diferencia'
- La vida es más que la distrofia: Fernando de Querol comparte su experiencia y lucha
Con la fe y la familia, Fernando de Querol lucha contra la distrofia muscular
Fernando de Querol, de 58 años, fue diagnosticado con distrofia muscular de cintura a los 31 años, después de una larga búsqueda de respuestas. A pesar de la progresiva pérdida de movilidad, ha continuado trabajando y disfrutando de su vida familiar.
El diario de un afectado: 'No dejar que la enfermedad me condicione la vida'
Fernando cuenta con el apoyo de su mujer, sus dos hijas y su nieta. Hablamos con él para conocer su experiencia conviviendo con la enfermedad, la importancia del apoyo familiar y su fe, así como los retos físicos y emocionales que ha enfrentado.
Cuándo fuiste diagnosticado con distrofia muscular de cintura? ¿Cuáles fueron las señales de alarma?
En realidad, siempre hubo señales que nos hacían pensar en casa que algo no iba bien. Pero los médicos no acertaban más que a decir andares raros, crecimiento, etc. Fue a partir de los 16 años cuando ya se veía que algo pasaba. Aun así, seguí haciendo vida normal hasta los 28 años, cuando tuve un accidente de moto y la recuperación fue mucho más lenta de lo esperado. Empezaron a hacerme pruebas, pasé de traumatología a neurología, y ahí me acompañaron dos de mis cuatro hermanos (los que tenían algún síntoma). Comenzó el proceso de diagnóstico que concluyó con una biopsia. Tenía entonces 31 años.
Fernando de Querol, un luchador: 'Con pequeños detalles, la sociedad puede hacer diferencia'
Fernando ha desarrollado gran parte de su carrera profesional en Malta, donde reside todavía. En lo personal, ha enfrentado los desafíos físicos y emocionales que conlleva la enfermedad, pero ha aprendido a separar y darle a la enfermedad su sitio en su día a día, sin dejar que condicione en exceso su vida.
Cómo ha condicionado tu vida este diagnóstico?
Esta es la principal lucha: que no condicione en exceso. Tenemos que aprender a separar y darle a la enfermedad su sitio en nuestro día a día, pero no más. Somos más que afectados.
La vida es más que la distrofia: Fernando de Querol comparte su experiencia y lucha
Fernando ha sido padre y abuelo, y ha compaginado estas dos tareas tan exigentes con el diagnóstico. Ha aprendido a valorar la vida y a no dejar que la enfermedad le robe la alegría.
¿Cuáles han sido los mayores retos emocionales y físicos que has enfrentado con la distrofia muscular?
La vida es más que la distrofia, y los retos emocionales que han marcado mi vida son los normales de cualquier persona: el nacimiento de mis hijas, la pérdida de mi padre, la muerte de mi hermano (especialmente este último, sin duda). Ahora, la preciosa nieta que acaba de llegar… En el día a día, siempre hay momentos en los que tengo que afrontar que no puedo hacer lo que quiero. Esos son precisamente los momentos de aceptación que tanto bien nos hacen.
Fernando tiene un mensaje claro para la sociedad: Con pequeños detalles nos hacéis la vida incomparablemente más fácil. No aparquéis en zona de minusválidos, no tapéis las esquinas de las aceras, poned rampas donde haya escalones. Estad atentos al andar (me han tirado al suelo muchas veces). Esos pequeños detalles hacen que podamos seguir participando en la sociedad.
Finalmente, Fernando insiste en el valor de la vida. Tener una enfermedad congénita no resta un ápice de dignidad, y así lo tenemos que gritar a los cuatro vientos. El mundo sería distinto sin nosotros, desde el momento en que todos tenemos algo que hacer aquí.
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