- La exposición al frío y al calor extremos en los primeros años de vida puede afectar al rendimiento cognitivo de los menores
- La exposición al frío y al calor extremos en la infancia puede afectar la estructura del cerebro
- La vulnerabilidad de los fetos y la población infantil
- El estudio
- La pobreza aumenta el riesgo
- Consecuencias y recomendaciones
La exposición al frío y al calor extremos en los primeros años de vida puede afectar al rendimiento cognitivo de los menores
Un estudio reciente ha revelado que la exposición a temperaturas extremas, tanto frío como calor, durante los primeros años de vida puede tener un impacto significativo en el rendimiento cognitivo de los niños. Los resultados sugieren que la temperatura ambiental en la infancia temprana puede influir en el desarrollo del cerebro y, en última instancia, en la capacidad de los menores para aprender y procesar información. Esto plantea inquietantes interrogantes sobre la importancia de proteger a los niños de las condiciones climáticas adversas y de crear entornos saludables que promuevan su desarrollo cognitivo.
La exposición al frío y al calor extremos en la infancia puede afectar la estructura del cerebro
Un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) ha descubierto que la exposición al frío y al calor extremos en los primeros años de vida puede tener efectos duraderos en la microestructura de la materia blanca del cerebro, especialmente cuando se vive en barrios pobres.
El estudio, publicado en la revista Nature Climate Change, analizó la estructura cerebral de más de 2.000 preadolescentes y encontró que la exposición al frío y al calor en los primeros años de vida se asocia con una mayor difusividad media en la preadolescencia, lo que sugiere una maduración más lenta de la sustancia blanca.
La vulnerabilidad de los fetos y la población infantil
La población infantil es especialmente vulnerable a los cambios de temperatura, ya que sus mecanismos de termorregulación son aún inmaduros. Sabemos que el cerebro en desarrollo de los fetos y de los niños y niñas es particularmente susceptible a las exposiciones ambientales, y hay alguna evidencia de que la exposición al frío y al calor puede afectar el bienestar mental y el rendimiento cognitivo en menores, afirma Mònica Guxens, investigadora de ISGlobal, Erasmus MC y CIBERESP.
El estudio
El equipo de investigación utilizó un enfoque estadístico avanzado para estimar, para cada participante, la exposición a temperaturas medias mensuales desde la concepción hasta los 8 años de edad, y su efecto sobre los parámetros de conectividad cerebral medidos a los 9-12 años.
Los resultados muestran que la exposición al frío durante el embarazo y el primer año de vida, y la exposición al calor desde el nacimiento hasta los 3 años de edad se asociaron con una mayor difusividad media en la preadolescencia.
La pobreza aumenta el riesgo
Un análisis estratificado por condiciones socioeconómicas mostró que las niñas y los niños que vivían en barrios más pobres eran más vulnerables a la exposición al frío y al calor. En estos grupos, las ventanas de susceptibilidad al frío y al calor eran similares a las identificadas en la cohorte general, pero comenzaban antes.
Estas diferencias pueden estar relacionadas con las condiciones de la vivienda y la pobreza energética. Nuestros resultados sugieren que es durante este período de rápido desarrollo cerebral cuando la exposición al frío y al calor puede tener efectos duraderos en la microestructura de la sustancia blanca, afirma Carles Soriano, coautor del estudio e investigador del IDIBELL, la UB y el CIBERSAM.
Consecuencias y recomendaciones
Los resultados del estudio subrayan la necesidad de diseñar estrategias de salud pública para proteger a las comunidades más vulnerables ante la inminente emergencia climática. Nuestros hallazgos ayudan a concienciar sobre la vulnerabilidad de los fetos y la población infantil a los cambios de temperatura, afirma Guxens.
Es importante concienciar a la población sobre la importancia de proteger a los niños y niñas de las temperaturas extremas, especialmente en los primeros años de vida. Esto puede lograrse mediante la implementación de medidas para reducir la exposición al frío y al calor, como la mejora de la eficiencia energética en las viviendas y la promoción de prácticas saludables.
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