En un estudio revelador, el historiador Michael Bailey pone de relieve la discriminación y la marginación que sufrieron las brujas durante la Edad Media. Según el experto, las mujeres acusadas de brujería no eran juzgadas como mujeres, sino como hechiceras, lo que las convertía en objetos de odio y miedo en una sociedad dominada por la iglesia y la nobleza. Esta visión sesgada de la feminidad y la magia llevó a la persecución y la mortandad de cientos de mujeres inocentes, que fueron víctimas de la intolerancia y la superstición de la época.
El historiador americano Michael Bailey, experto en la historia de la magia, la brujería y la superstición, destaca que la caza de brujas en la Edad Media no fue un feminicidio, sino una persecución religiosa y social que afectó a hombres y mujeres por igual. Según Bailey, la mayoría de las víctimas fueron mujeres, pero alrededor del 25% de los ejecutados por brujería en Europa fueron hombres.
En una entrevista, el profesor de la Universidad de Iowa (EE.UU.) señaló que nuestra percepción cultural de las brujas está sesgada en muchos sentidos. No existía una sola característica absoluta que siempre hiciera a alguien una bruja, sostiene Bailey. Las personas acusadas de brujería eran generalmente curadoras que practicaban magia en su entorno, y su supuesto poder era percibido como una inquietante amenaza.
Las mujeres, históricamente más marginales
Si la caza de brujas no estaba exclusivamente motivada por un sentimiento misógino, ¿por qué el 75% de las víctimas mortales de esta persecución fueron mujeres? Bailey atribuye esta cifra a la marginalidad de las mujeres en sus comunidades. Las brujas acusadas eran pobres y marginales, por lo que generalmente no tenían los recursos para defenderse, explica.
El profesor reconoce que la realidad es que las mujeres siempre han sido ligeramente más marginales en sus comunidades, sin importar sus condiciones. Una mujer joven y adinerada seguía siendo menos poderosa que un hombre en su misma situación, remarca Bailey.
La misoginia estructural
El experto niega que las ejecuciones durante la Europa medieval fueran estrictamente feminicidios, porque se les perseguía por brujería y no por su sexo. Sin embargo, atribuye la marginación de las mujeres a una cuestión estructural, de fondo. No hay nada inherente en el proceso o la idea de la caza de brujas que ataque directamente a las mujeres por serlo, añade.
Recordar para entender nuestro propio pasado
Aunque estos eventos tuvieron lugar siglos atrás, debemos seguir hablando de ellos porque aún ocurren en algunos sitios del mundo, como en ciertas partes de África o del sur de Asia, según Bailey. Recordar la caza de brujas es un ejercicio que nos tiene que servir también para entender nuestro propio pasado, ya que los juicios por brujería mataron a miles de personas.
La memoria histórica nos puede ayudar a entender qué es lo que cambia en una sociedad cuando algo que no era un problema previamente de repente se convierte en la razón por la cual las personas poderosas ejecutan a la gente, propone el profesor.
El reconocimiento institucional de estas víctimas, como llevó a cabo el Parlamento de Cataluña en 2022, es igual de importante que cualquier otro tipo de reconocimiento por parte de un gobierno o autoridad que hizo algo mal en el pasado y ahora quiere, como mínimo, admitirlo.
Cuanto más nos acerquemos a entender estas dinámicas relacionadas con la cacería de brujas, más las entenderemos en relación con las cosas que siguen vigentes en el presente, concluye Bailey. En lugar de lamentarnos siglos después de que hicimos algo mal, tenemos en nuestras manos el poder de cambiar ligeramente el curso de las cosas ahora.
Deja una respuesta