En el corazón de Madrid, se encuentra un lugar que ha resistido el paso del tiempo y la modernidad, manteniendo viva la tradición y la esencia de una época. El quiosco de horchata y agua de cebada más antiguo de la capital celebra más de un siglo de historia, convirtiéndose en un símbolo de la identidad madrileña y un refugio para aquellos que buscan conectar con el pasado. Con más de 100 años de experiencia, este establecimiento ha visto pasar generaciones y ha sido testigo de la evolución de la ciudad. A lo largo de su historia, ha mantenido su compromiso con la calidad y la autenticidad, ofreciendo a sus clientes una experiencia única y auténtica.
Un toque de tradición: El último quiosco de horchata de Madrid celebra más de un siglo
El verano es sinónimo de calor, pero también lo es de horchata. Esta bebida, compuesta por chufa, agua y azúcar, es refrescante y, además, quita la sed. Es por ello que en estos meses se convierte en una de las opciones más ideales para contrarrestar las altas temperaturas de esta época del año.
Y más allá de la Comunidad Valenciana, donde es típica, otro de los lugares históricos donde más se consume horchata es Madrid. En la capital, de hecho, existían antiguamente hasta 300 puestos situados en las calles donde se vendía. De ellos, en cambio, ahora tan solo queda uno, que se ubica en el Barrio de Salamanca.
La historia detrás del último quiosco de Madrid
Se trata del que regenta José Manuel, con su puesto ubicado en la calle Narváez. Él representa así a la cuarta generación de horchateros de su familia. Ellos llegaron a Madrid en 1910 desde Crevillente, en la provincia de Alicante, por lo que por este pequeño quiosco han pasado tanto sus bisabuelos, como sus abuelos y sus padres.
Empezaron mis bisabuelos y luego mis abuelos, sirvieron a todos los políticos de la época, Azaña, Serrano Suñer. Toda la familia haciendo horchata para refrescar a los madrileños y a los turistas hoy en día, ha asegurado.
Un oasis en el calor
El puesto está abierto seis meses al año, desde marzo hasta la primera semana de octubre, y no solo vende horchata. También se ha especializado en agua de cebada y limón granizado. Además, como asegura José Manuel, todo se basa en una receta de familia que no ha cambiado a pesar del paso del tiempo: La horchata es chufa, agua y azúcar, destaca el propietario de este negocio, quien asegura que está considera un superalimento.
Este quiosco es un verdadero oasis en el calor del verano, un lugar donde se puede disfrutar de una bebida refrescante y tradicional que ha sido parte de la cultura madrileña durante más de un siglo.
La herencia de la tradición
La historia detrás de este quiosco es una verdadera herencia de la tradición, que se ha transmitido de generación en generación. José Manuel es el depositario de una receta que ha sido pasada de mano en mano, y que sigue siendo fiel a sus orígenes.
Este quiosco es un ejemplo vivo de la importancia de preservar la tradición y la cultura, y de mantener viva la memoria de aquellos que nos precedieron.
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