En un logro histórico y emocionante, Julia, una valiente y determinada joven con discapacidad física severa, se ha convertido en la primera persona con estas características en alcanzar la cima del Mulhacén, el pico más alto de la península ibérica. Esta hazaña es doblemente destacable considerando las dificultades que enfrentó Julia en su camino hacia la cima, pero su perseverancia y fuerza de voluntad la llevaron a lograr lo que muchos consideraban imposible. Al conquistar el Mulhacén, Julia demostró que con determinación y apoyo, nada es imposible, y su logro es un ejemplo inspirador para personas con y sin discapacidad.
¡Julia es la primera niña con un 76% de discapacidad en coronar el Mulhacén!
El padre de Julia, Joaquín Susmozas, un pediatra de Cartagena, se muestra emocionado al hablar de la hazaña de su hija de 10 años, que padece el síndrome de Beckwith-Wiedemann, una enfermedad rara que la llevó a tener una parálisis cerebral y un 76% de discapacidad.
La lucha diaria de Julia
Julia tiene pañal, no controla los esfínteres, puede andar con dificultad por la espasticidad y lleva prótesis en las piernas. No habla, pero entiende prácticamente todo lo que le dicen. Es muy alegre y sociable, y le encanta estar rodeada de gente que le dé juego. Su padre cuenta que suelta unos guantazos y que le gusta mucho el mar, donde no tiene las restricciones de movimiento y se puede pasar horas.
El deporte, una forma de vida
Julia y su padre son fundadores y miembros del J&J Running Team. Hemos llegado a hacer carreras de siete horas y media y Julia sin rechistar, cuenta Joaquín. También practican rutas por el monte y han añadido una nueva actividad relacionada con el mar, utilizando una barquita de remos y un arnés.
La subida al Mulhacén
Un día, Joaquín tuvo la idea de hacer algo grande, algo que los sacara de su zona de confort. Y mira, justo teníamos bastante cerca la cima de la península, ¡el Mulhacén!, recuerda Joaquín. Así que prepararon el reto con la ayuda de la asociación Zancadas Sobre Ruedas y el 12 de julio, siete adultos y una niña partieron en furgoneta hacia Capileira.
El gran reto
Casi más que el Mulhacén, el gran reto era tener a Julia cuatro horas en una furgoneta entre Cartagena y Sierra Nevada, explica Joaquín. Pero finalmente, el viaje no fue del todo mal, gracias a la tablet y la ayuda de los acompañantes. Una vez en el monte, utilizaron una silla especial, una Joelette, que tiene una rueda solamente y que es tirada por una persona con dos cuerdas.
La coronación del Mulhacén
Después de algunas horas de subida, Julia comenzó a sentirse aquejada debido a la falta de oxígeno. Le dieron un paracetamol y poco después se quedó dormida hasta que coronaron la cima tres horas después. Lo pasó en grande, en la bajada íbamos derrapando y le decíamos ¡ay, que me caigo, Julia! y ella no paraba de reírse, cuenta Joaquín.
El valor de la inclusión
Para Joaquín, lo más valioso de la experiencia fue ver cómo seis personas convivían con Julia, sin ser familiares. Si la sociedad se comportara así, no nos sentiríamos fuera, reivindica Joaquín. El momento más emotivo fue cuando pararon durante la bajada en el refugio de Caldera para cambiarle el pañal a Julia, y los seis adultos se pusieron rodeando a Julia y su padre para preservar la intimidad de la pequeña montañera.
El próximo reto
El próximo reto de Julia y su padre es llevarla en furgoneta hasta San Sebastián y participar en la carrera Behobia en noviembre. Joaquín siempre hace deporte con camisetas que reivindican los derechos de las personas con discapacidad. En cuanto Julia ve que me pongo la camiseta, ella abre la puerta de la casa para coger la silla, dice Joaquín con una sonrisa.
El deporte ha cambiado la vida de Julia y su padre, permitiéndoles disfrutar de momentos únicos y visibilizar las dificultades que enfrentan las personas con discapacidad y sus familias.
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