La hamaca de la inactividad: El riesgo de no desconectar en vacaciones y el impacto en nuestro bienestar

La hamaca de la inactividad: El riesgo de no desconectar en vacaciones y el impacto en nuestro bienestar

En una época en la que la conectividad es una parte integral de nuestras vidas, resulta cada vez más difícil desconectar y alejarnos de las pantallas y las redes sociales, incluso durante nuestros tiempos de ocio. Sin embargo, no hacerlo puede tener consecuencias negativas en nuestro bienestar físico y mental. La inactividad durante las vacaciones puede llevar a un aumento del estrés, la ansiedad y la fatiga, revirtiendo los beneficios que deberían aportar los períodos de descanso. En este artículo, exploraremos el riesgo de no desconectar en vacaciones y el impacto que esto tiene en nuestra salud y bienestar.

La hamaca de la inactividad: ¿Por qué no podemos desconectar en vacaciones?

Según el sociólogo Zygmunt Bauman, la modernidad líquida se caracteriza por el constante cambio y la falta de identidad en las personas. Esta teoría se puede aplicar al cerebro humano, que siempre está en movimiento y no se puede detener fácilmente.

El ritmo de vida frenético y la ansiedad

El ritmo de vida frenético ligado al trabajo se ha convertido en un hándicap fuera de las paredes de la oficina. Los empleados de hoy en día, ligados al ambiente laboral a través de dispositivos móviles, pueden llegar a convertirse en seres ansiosos incapaces de desconectar de ninguna manera.

Este fenómeno ha sido bautizado como síndrome de la hamaca, o la incapacidad total de romper con lo que tiene que ver con el empleo y de adaptarse al calmo y sosegado ritmo de las vacaciones de verano.

La psicóloga María Flores Pinel explica

El síndrome de la hamaca se genera cuando se pasa de un día a día en el que hay mucha tensión, con rutinas relativamente rígidas y con un ritmo de vida bastante rápido a no tener obligaciones y contar con tiempo libre, explica María Flores Pinel, psicóloga y coordinadora de la Asociación Nacional de Psicólogos en Acción (ANPSA).

Llegamos a tener prisa hasta por estar de vacaciones, sin darle tiempo al cerebro para adaptarse. Además, el trabajo suele dar una sensación de propósito, de ser productivos. y en las vacaciones no sabemos cómo reproducir eso cuando, en realidad, se tiene que hacer lo contrario, agrega.

La perfección y la autoexigencia

La psicóloga coach Almudena Molinero va un poco más allá. Para ella, las personas que sufren este problema tienen un nivel de autoexigencia muy alto y son perfeccionistas, están a todo, son controladores y se mantienen en un estado de estrés crónico que puede llevar a la ansiedad. están dando el 200% todo el día, lo que lleva al sistema nervioso autónomo a no saber diferenciar cuándo se está relajado.

Este estado de alerta perpetuo lleva a la persona a un proceso de adaptación que requiere de varios días. Cuando decide relajarse, ni el cuerpo ni la mente saben que tienen que hacerlo, es más, ven como una amenaza estar parado.

Culpabilidad y vergüenza

Algunos tienen la creencia limitante de que exigiéndose muchísimo van a conseguir aquello por lo que los demás les van a validar. Tienen la creencia limitante de que exigiéndose muchísimo van a conseguir aquello por lo que los demás les van a validar y esto es un error, sentencia Molinero.

El miedo, el perfeccionismo y la inseguridad son motivos de esa autoexigencia exacerbada. Tienen la creencia limitante de que exigiéndose muchísimo van a conseguir aquello por lo que los demás les van a validar y esto es un error, sentencia y pone el foco en los llamados pensamientos intrusivos, como el sentimiento de culpabilidad e incluso vergüenza por no estar haciendo nada a nivel profesional durante las vacaciones.

La hiperconexión y la pantalla

María Flores Pinel también hace hincapié en la hiperconexión en la que se vive en la actualidad. Tenemos esas rutinas tan rígidas de mirar el correo, mirar el WhatsApp, y al final puede continuar en vacaciones. No hay que caer en esto.

Almudena Molinero también aconseja un uso mínimo de las pantallas. Hay que hacer un uso mínimo de las pantallas. El teléfono controla nuestras vidas y todo esto tiene que quedar fuera en vacaciones, incluso para mirar cosas personales, dice.

La solución al síndrome de la hamaca

Tanto Molinero como Flores Pinel apuntan a que la solución al síndrome de la hamaca y sus posibles consecuencias, como la ansiedad, comienza por realizar actividades, además de comer de manera saludable y no llevar una vida sedentaria. También buscar la espontaneidad en las actividades que se realicen y no poner el despertador.

Es importante normalizar y naturalizar ciertas experiencias de malestar, contextualizarlas adecuadamente y no utilizar términos clínicos que corren el riesgo de psicopatologizar reacciones comunes y normales de la vida cotidiana.

El trabajo y la salud mental

Javier Prado Abril, presidente de la Sociedad Española de Psicología Clínica y psicólogo clínico adjunto en el Hospital Universitario Miguel Cervés de Zaragoza, cree que debemos asumir y concienciarnos de que el trabajo quizá implica riesgos y establecer una decisión personal sobre qué relaciones queremos mantener con él.

Es desde las condiciones laborales donde hay que resolver los problemas emocionales o psicológicos que surjan relacionados con ellos.