- La incertidumbre sobre la existencia de yogures con sabores exóticos
- ¿Son reales los sabores exóticos en yogures? La ciencia desenmascara la verdad
- La diferencia entre aroma y sabor
- Los sentidos que nos ayudan a sobrevivir
- Cien mil olores y cinco sabores
- ¿Por qué identificamos estos sabores?
- Entonces, ¿existen yogures con sabor a fresa?
La incertidumbre sobre la existencia de yogures con sabores exóticos
En un mercado cada vez más globalizado y competitivo, la industria láctea se enfrenta a una situación inédita. La creciente demanda de productos lácteos con sabores exóticos ha generado una gran incertidumbre en torno a la existencia real de yogures que ofrezcan estos sabores innovadores. ¿Realmente existen yogures con sabores como mango con cardamomo o guanábana con jengibre? ¿O se trata solo de una estrategia de marketing para atraer a consumidores aventureros? En este artículo, exploraremos las razones detrás de esta tendencia y nos adentraremos en el mundo de los yogures con sabores exóticos.
¿Son reales los sabores exóticos en yogures? La ciencia desenmascara la verdad
Estamos habituados a encontrar en las estanterías de los supermercados productos, como los yogures, con sabores de lo más variopintos: limón, vainilla, macedonia, fresa, plátano, piña, pera, galleta, frutas del bosque… Pero, siendo científicamente rigurosos, ¿de verdad es esto así? ¿Cuántos sabores somos capaces de diferenciar? Y, sobre todo, ¿es correcto llamarlos sabores?
La diferencia entre aroma y sabor
La clave para atinar con la respuesta consiste en ser capaces de distinguir entre olores (aromas) y sabores. El aroma y el sabor están directamente relacionados con dos sentidos químicos: el olfato y el gusto. Ambos detectan moléculas químicas de nuestro entorno a través de unos quimiorreceptores localizados en sus correspondientes órganos sensoriales: la nariz (pituitaria) y la lengua (papilas gustativas), respectivamente.
Los sentidos que nos ayudan a sobrevivir
El sentido del olfato es el encargado de detectar y procesar los olores. Es el sentido más intenso desde que nacemos, el más primitivo y el que tiene una conexión más íntima con el área del cerebro que gobierna las emociones y los recuerdos, es decir, el sistema límbico. Entre sus principales funciones se encuentra la supervivencia individual: olfateando podemos protegernos de alimentos en mal estado y otros peligros, como escapes de gas o incendios.
Cien mil olores y cinco sabores
¿Sabría decir cuántos olores somos capaces de reconocer los humanos? La respuesta puede sorprender: aunque solo intervienen 347 receptores olfativos, todas sus combinaciones nos permiten diferenciar hasta un billón de olores distintos. En cuanto al gusto, la lengua, como órgano sensorial, posibilita con sus más de 10 000 papilas la existencia del sentido del gusto. Pero solo hay cinco sabores básicos para los que se ha descubierto un receptor químico en la lengua, y se trata del dulce, salado, ácido, amargo y umami.
¿Por qué identificamos estos sabores?
Sin duda, por la información esencial que cada uno de ellos nos proporciona. El sabor dulce nos informa de que estamos ingiriendo alimentos de alto contenido calórico (energía), mientras que el sabor umami (del japonés, que significa sabor delicioso) nos indica que consumimos alimentos ricos en proteínas. El salado detecta las sales minerales de la comida, mientras que los sabores ácido y amargo – que, dicho sea de paso, no solo están en la boca– nos advierten de que un alimento está dañado o bien contiene compuestos nocivos para la salud.
Entonces, ¿existen yogures con sabor a fresa?
Un detalle a tener muy cuenta es que el 80 % de lo que se detecta como sabor corresponde, en realidad, a las sensaciones olfativas que experimenta la nariz cuando entra un alimento en la boca. Y de ahí la relación entre aroma y sabor. En la lengua anglosajona existe el término 'flavour', que engloba aroma y sabor. Pero en español no hay un término así.
Si los humanos solo diferenciamos cinco sabores básicos, y el 80 % del sabor es, en realidad, aroma, entonces lo que denominamos sabor a fresa o sabor a limón sería, en realidad, aroma a fresa y aroma a limón.
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