Detrás de los muros de la cárcel, César Román, conocido como el Rey del Cachopo, lleva una vida que puede sorprender a muchos. Lejos de la fama y el glamour que rodea su figura, el cantante puertorriqueño ha encontrado la forma de mantenerse ocupado y hasta encontrar el amor en un lugar donde menos se esperaría. Desde su celda, Román se ha enfocado en actividades que van desde la espiritualidad hasta la búsqueda del conocimiento. La misa se ha convertido en un parte integral de su rutina, mientras que los estudios de derecho le permiten mantener su mente ocupada y buscar un futuro más brillante.
La vida en prisión de César Román, 'El Rey del Cachopo', llena de oración, estudio y amor
César Román, conocido como 'El Rey del Cachopo', cumple 15 años de prisión en la cárcel de Alcalá Meco por el asesinato de su ex pareja, Heidi Paz. Sin embargo, a pesar de su condena, Román ha encontrado un camino hacia la redención y el amor en la distancia.
Después de cinco años en prisión, César Román ha admitido su crimen y asegura haber encontrado el perdón a través de su oración y encuentro con Jesucristo. Ahora, en la prisión de Alcalá Meco, Román vive en una celda equipada con ducha, litera y aseo, donde se hace llamar Cachopo o Cachopín.
A pesar de no haber logrado trabajar en la cocina, como era su deseo, Román se ha adaptado a su vida en prisión. Reparte los desayunos, las comidas y las cenas, y es el primero en levantarse para ir a las duchas. También asiste con frecuencia a las misas religiosas que se celebran en la prisión y practica deporte. Además, se ha aficionado a la lectura, especialmente sobre gastronomía, y estudia Derecho.
Enamorado de su abogada
Tras la publicación de la carta en la que César Román reconocía su culpa, su letrada, Ana Isabel Peña, afirmó que se trataba de un mero arrebato y Román decidió despedirla. Sin embargo, según La Vanguardia, Peña asegura que Román le ha enviado un sinfín de cartas con frases como: Te quiero mucho, mi niña preciosa o No sabes lo que siento por ti. Incluso, llegó a llamarla por teléfono hasta en 15 ocasiones cada día.
Peña también cuenta que el preso intentó quitarse la vida varias veces: Quería cortarle las alas, pero no quería que se viniera abajo porque César ha tenido varios intentos autolíticos. Por su parte, Román afirmaba que Para mí Ana es una persona muy importante en mi vida, de hecho le debo la vida a Ana, y no estoy hablando en términos hipotéticos, estoy hablando en términos reales.
La vida en prisión de César Román es un ejemplo de cómo el arrepentimiento y la fe pueden llevar a la redención, incluso en los lugares más inesperados.
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