Las extrañas islas gemelas separadas solo 4 kilómetros que transcurren en un tiempo diferente

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Las extrañas islas gemelas separadas solo 4 kilómetros que transcurren en un tiempo diferente

En el misterioso mundo de la geografía, existen lugares que desafían las leyes de la naturaleza y nos dejan con la boca abierta. Uno de ellos es el caso de las islas gemelas que se encuentran a solo 4 kilómetros de distancia, pero que, sorprendentemente, transcurren en un tiempo diferente. Esta extraña característica ha generado un gran interés entre los científicos y los amantes de la curiosidad, que se preguntan cómo es posible que dos territorios tan cercanos tengan una diferencia temporal tan marcada. En este artículo, exploraremos este fenómeno natural y descubriremos los secretos que esconde este lugar único en el mundo.

Las extrañas islas gemelas que viven en días diferentes, solo km de distancia

Nuestro planeta esconde un sinfín de curiosidades casi desconocidas que asombran a todo aquel que las descubre. Las islas, esas formaciones rocosas que emergen del agua, nos recuerdan al paraíso, el sol, la playa y las palmeras, pero no todas son paradisíacas y calurosas, las hay de todo tipo de tamaño, forma y características.

Hay islas con volcanes, islas desiertas, islas privadas, islas congeladas, pero seguro que no sabías que existen dos islas que pese a estar separadas por apenas 4 kilómetros viven en días diferentes y pertenecen a continentes distintos. Puede parecer mentira, pero es cierto, y para descubrirlo hay que viajar hasta Alaska.

La historia detrás de las islas Diómedes

La historia detrás de las islas Diómedes

Volamos hasta Alaska, concretamente a su frontera con Chukotka en el punto en el que se juntan los mares de Chukchi y Bering. Allí, imponentes sobre el agua, se levantan dos islas muy peculiares, principalmente rocosas y con escasas edificaciones en su superficie. Paseando por allí podemos encontrar un par de inuits y algún que otro pesquero que no parecen tener nada de interesante, pero la vida allí es increíble.

La historia de estas dos islas se remonta a miles de años atrás, cuando, según los arqueólogos, los archipiélagos comenzaron a recibir a sus primeros pobladores que llegaron allí en busca de animales para cazar y encontraron un lugar idóneo en el que pescar y cultivar alimentos. La división de las dos islas fue realizada en 1867 por un Zar ruso que, agobiado por las deudas, decidió vender Alaska a Estados Unidos, incluyendo una de las islas que se encontraba en su territorio.

Una población marcada por la guerra

Con el paso del tiempo y con la población asentada, comenzó a llegar más gente de Siberia e incluso Asia, pero con la Segunda Guerra Mundial comenzó el declive de este paraíso helado. Tras la guerra, en el año 1948, los escasos habitantes de la isla rusa fueron llevados a Siberia por miedo a que simpatizaran con los ideales estadounidenses. No pudieron volver a sus casas hasta cuarenta años después.

Dos islas, un día de diferencia

Lo más interesante de estos archipiélagos es su peculiar división. Son conocidas como Diómedes Mayor y Diómedes Menor. La primera cuenta con 160 habitantes, por su parte la segunda está completamente deshabitada. Lo curioso es que a pesar de estar separadas únicamente por 4 kilómetros de mar, entre una isla y otra hay prácticamente 24 horas de diferencia debido a que están en zonas horarias distintas, haciendo que vivan en días diferentes.

Cuando en Diómedes Mayor son las 10 de la mañana, en Diómedes Menor está terminando el día, de ahí que algunos se refieran a ellas como la isla del ayer y la isla del mañana. La isla rusa pertenece a un continente y la estadounidense a otro, por lo que realmente si ambas estuvieran habitadas y vivieran según las costumbres del país al que pertenecen, llevarían vidas completamente diferentes con apenas 4 kilómetros de distancia.

Cruzar de una a otra es tan simple como coger una pequeña embarcación como una lancha o un barco pesquero, incluso un helicóptero. Pero otra de las maravillas de estas formaciones rocosas flotantes es que debido a sus bajas temperaturas, en invierno cuando el agua se congela es posible caminar de una a otra sobre el hielo, cambiando de hora, de día, de país y de continente en tan solo unos pasos.

Jorge Vidal

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