Quiero ser libre, libro que da voz a artistas LGTBI y su relación con la música, desafiando la invisibilización en la sociedad.

Quiero ser libre, libro que da voz a artistas LGTBI y su relación con la música, desafiando la invisibilización en la sociedad.

En un contexto donde la diversidad sexual y de género sigue siendo un tema tabú en muchos ámbitos, el libro Quiero ser libre surge como una herramienta para dar voz y visibilidad a aquellos artistas que han sido silenciados o marginados por su orientación sexual o identidad de género. Esta obra literaria se centra en la relación entre la música y la comunidad LGTBI, explorando cómo esta última ha encontrado en la música un espacio de expresión y liberación. A través de testimonios y experiencias personales, Quiero ser libre desafía la invisibilización y el silencio que ha rodeado a esta comunidad durante tanto tiempo, otorgándoles un micrófono para que sus voces sean escuchadas.

Voz y ritmo: el libro que une el activismo LGTBI y la música

Núria Martorell y Francina Cortés presentan '¡Quiero ser libre!', un libro que reivindica la identidad LGTBI a través de la música. La historia del colectivo y la industria musical van de la mano en este trabajo que analiza el contexto histórico en el que surgieron los artistas LGTBI.

El nacimiento de una idea

La idea de unificar la parte más reivindicativa y activista con el arte, y especialmente con la música, surgió cuando Núria Martorell recibió un correo del editor de Redbook.Ed. para hacer una propuesta sobre un libro ilustrado. Así, se puso en contacto con Francina Cortés y comenzaron a desarrollar sus ideas.

La unión de la música y el activismo

El libro '¡Quiero ser libre!' cuenta la historia del colectivo LGTBI a través de la música, desde baladas hasta música techno, pasando por pasodobles y reggaetón. En sus 192 páginas, se presentan biografías de artistas LGTBI, analizando el contexto histórico en el que surgieron.

La búsqueda de artistas

La búsqueda de artistas no fue fácil, ya que tenían que ser 'queer'. Los autores buscaron artistas que fueran icónicos y que también formaran parte del colectivo LGTBI. La búsqueda activa no fue fácil, pero tenían claro que tenían que ser queer, porque hay artistas que son icónicos, pero que no lo son.

La ilustración y la música

El proceso de ilustración y música fue un trabajo en equipo. Núria y Francina son amigas y compañeras, y tienen más cosas en común. La confianza es absoluta bidireccionalmente. Núria escribe como los ángeles, y es maravillosa. Ella cree en mí a nivel ilustrativo y visual. Así vamos construyendo el trabajo basándonos en una crítica constructiva.

La industria musical y el colectivo queer

En la industria musical, algunos artistas utilizan al colectivo queer para llamar al público y juegan al despiste. Los autores intentan, desde el respeto, saber si se hace con una buena o no intención. Porque hay quien pueda considerar una falta de respeto.

La historia que más les ha marcado

Una de las historias que más les ha marcado es la de Gladys Bentley, no solo por cómo era ella, sino por el ambiente en el que vivió y cómo tuvo que adaptarse hasta el punto de intentar no parecer homosexual.

El uso de colores y QR

Los colores vivos y el uso de QR para poder leer con el móvil las canciones de las que se hablan son elementos que llaman la atención. Los autores explican que los colores saturados son muy cercanos al estilo queer, como un elemento de identificación. Los códigos QR sirven como apoyo transmedia y muy visibilizar.

La recomendación

Finalmente, si tuvieran que recomendar esta obra, sería a cualquier persona que tenga sensibilidad, que tenga ganas de saber sobre música y sobre el colectivo. No hace falta otro requisito más allá de que tenga sensibilidad y humanidad. En el fondo, todos tenemos ganas de saber.