La Tragic Explosión del Transbordador Espacial Challenger
Una de las imágenes más icónicas de los años 80 fue el accidente del transbordador espacial Challenger en enero de 1986. Siete astronautas murieron en la explosión que se produjo segundos después del despegue de esta nave de la NASA, un suceso que vieron en directo millones de personas en todo el mundo por televisión.
Aunque se ha creído que los tripulantes de la nave Challenger murieron en el acto, ahora un libro sobre la tragedia sostiene que las siete víctimas no murieron en el instante y fueron conscientes, durante algunos segundos, de su fatídico destino.
La Teoría de Kevin Cook
El autor Kevin Cook ha escrito The Burning Blue: The Untold Story of Christa McAuliffe and NASA's Challenger, en el que sostiene que la tripulación estaba consciente, al menos al principio, y plenamente consciente de que algo andaba mal.
El libro de Cook se centra en la figura de Christa McAuliffe, de 37 años, una profesora de estudios sociales que ganó el concurso Teacher in Space de la NASA y se ganó un lugar en la misión el 28 de enero como especialista en carga útil.
La Misión del Challenger
Como iba a ser la primera persona civil en el espacio, el vuelo atrajo una gran atención de los medios, y McAuliffe esperaba demostrar que los profesores también tienen lo necesario, después de vencer a 11.000 candidatos para participar en la misión.
Presiones y Errores
Al parecer, hubo varias presiones que pudieron haber empujado a la NASA a realizar el lanzamiento cuando hubiera sido mejor esperar. La primera fue que la agencia estaba programando varios lanzamientos ese año y tal vez hubiera querido demostrar que podían cumplir con sus plazos. El otro factor fue que Reagan tenía previsto pronunciar su discurso sobre el Estado de la Unión esa noche y quería sacar pecho del lanzamiento en su discurso.
Consecuencias del Accidente
El fallo provocó una interrupción de casi tres años en el programa de transbordadores de la NASA, y el siguiente transbordador, el Discovery, despegó el 29 de septiembre de 1988.
La tragedia del Challenger sigue siendo una de las peores catástrofes en la historia de la exploración espacial, y su legado sigue siendo un recordatorio de la importancia de la seguridad y la prudencia en la búsqueda del progreso científico.
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