Tendencia alarmante: la violencia machista afecta a las mujeres mayores de 65 años de manera más intensa que a las jóvenes
Una inquietante realidad ha sido puesta en evidencia por los últimos informes sobre violencia de género: las mujeres mayores de 65 años son las que más sufren a manos de sus parejas o familiares. Esta tendencia alarmante revela que, a diferencia de lo que se podría pensar, no son las jóvenes las que más padecen violencia machista, sino que es precisamente el grupo de mujeres de edad avanzada el que se encuentra más expuesto a este tipo de agresiones. Las cifras son impactantes: según los datos, las mujeres mayores de 65 años son víctimas de violencia machista en un 65% más que las jóvenes. Esta situación es aún más preocupante si se tiene en cuenta que, en muchos casos, estas mujeres carecen de apoyo social y familiar, lo que las deja aún más vulnerables ante esta forma de violencia.
Las noticias de maltrato y asesinatos de mujeres mayores de 70 años en manos de sus parejas o familiares nos llegan con frecuencia. Sin embargo, la violencia machista en la tercera edad es un tema que sigue siendo invisible y silenciado. La edad no es una barrera para la violencia de género, y las mujeres mayores son víctimas de maltrato psicológico, físico, sexual y económico en una proporción mayor que las mujeres más jóvenes.
La Macroencuesta de Violencia contra la Mujer del Ministerio del Interior revela que las mujeres entre 16 y 64 años han sufrido índices más altos de violencia machista a lo largo de su vida. Sin embargo, al analizar la situación en la pareja actual, se invierte la tendencia, y son las mujeres de avanzada edad las que presentan mayores prevalencias de violencia. La violencia física infligida por parte de la pareja actual pasa del 4,4% en edades avanzadas frente al 2,6% en mujeres más jóvenes.
Las mujeres que nacieron en la década de los 50 crecieron en una época en la que la sumisión y el servicio eran valores promovidos en la educación y la sociedad. Ellas perdonaban y justificaban el maltrato, y siguen haciéndolo hoy en día. La responsabilidad social es revertir lo asimilado y concienciar a las mujeres de que no están solas y que no deben callar.
Las características del maltrato en la tercera edad son diferentes. Suele ser de larga duración, reiterado a lo largo de las décadas, y produce desgaste, normalización y resignación. A menudo es de baja intensidad, pero no por eso menos dañino. La dependencia económica y la falta de redes sociales las hacen más vulnerables.
Las campañas de sensibilización suelen dirigirse a mujeres jóvenes, pero es fundamental concienciar también a las mujeres de la tercera edad de que no están solas y que no deben callar. No dejemos solas a nuestras madres y abuelas. Son las que sufren en silencio esta lacra endémica y necesitan nuestro apoyo y nuestra voz.
Es hora de hablar y actuar. La violencia machista en la tercera edad es un problema social que requiere la atención y la acción de todos. Debemos romper el silencio y la invisibilidad que rodea a este tema y dar voz a las mujeres que han sido víctimas de maltrato durante décadas.
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