- Turbulencias colectivas contra la disidencia intelectual: lecciones que podemos aprender de los disturbios en el Reino Unido
- Reino Unido en llamas: la violencia colectiva contra la disidencia intelectual
- El contagio de la rabia: lecciones para contener futuras turbulencias en Reino Unido
- La desindividuación en acción: cómo la polarización y la desinformación llevan a la violencia
Turbulencias colectivas contra la disidencia intelectual: lecciones que podemos aprender de los disturbios en el Reino Unido
En un contexto de creciente polarización política y división social, los recientes disturbios en el Reino Unido han puesto en el centro del debate la importancia de proteger la disidencia intelectual y la libertad de expresión. Estos eventos han generado un ambiente de tensión y confrontación, que ha llevado a cuestionar la capacidad de las instituciones para garantizar el derecho a la libre opinión. En este artículo, analizaremos las lecciones que podemos aprender de estos sucesos y reflexionaremos sobre la importancia de fomentar la tolerancia y el respeto hacia las ideas y opiniones divergentes.
Reino Unido en llamas: la violencia colectiva contra la disidencia intelectual
La guerra civil sí es evitable, señor Elon Musk. De hecho, es una responsabilidad. La rabia es contagiosa y somos peores en compañía. El antídoto es la regresión al pensamiento crítico y no parece fácil en la era de los bandos.
Se ha producido una doble pérdida de identidad. La de quienes reaccionan con violencia ante el problema de la inmigración irregular y la de los propios migrantes. Nadie tiene nombre. Ni los que vienen, ni los que no los acogen. No hay personas, ya solo hay colectivos o masas uniformes.
El contagio de la rabia: lecciones para contener futuras turbulencias en Reino Unido
No ha sido la desinformación la causa de los disturbios en Reino Unido. Ha sido la desindividuación en un contexto de polarización y preocupación. Lo que está ocurriendo en las islas británicas ejemplifica todas y cada una de las teorías sobre dinámicas grupales.
El psicólogo Phillip Zimbardo, conocido por el experimento de la cárcel de Stanford, hablaba de la teoría de la desindividuación. En situaciones de grupo, las personas experimentan una pérdida de identidad personal, una disminución de la responsabilidad y una desinhibición del comportamiento agresivo.
La desindividuación en acción: cómo la polarización y la desinformación llevan a la violencia
La anonimidad no ocurre solo en Internet, también se da en medio de una masa de gente, en la vida real. Muchas personas no serían agresivas si no estuvieran en compañía y tampoco amenazarían sin el parapeto de un perfil en las redes.
Las campañas de desinformación no son nuevas, como tampoco lo son las injerencias extranjeras. Extremistas de todas las ideologías agitan el tablero volcando su ira y manipulando las ideas.
El problema no es tanto que se inventaran a Ali Al Shataki. El problema es que podría perfectamente haber existido, y no estamos sabiendo afrontarlo.
La individualización no es contraria a la solidaridad. Es pensar por el propio cerebro sin dejarse llevar por corrientes de odio, que son un impulso, frente al criterio, que requiere de paciencia y tolerancia para ser articulado.
Es pueril subrayarlo, pero parece necesario recordar que ni todos los migrantes son delincuentes, ni todas las personas preocupadas por la inmigración son intolerantes.
Admitamos nuestra vulnerabilidad ante la manipulación y el autoritarismo y recordemos con humildad las lecciones del pasado.
Es grave que alguien enaltezca la violencia en abierto, pero más preocupante es su avalancha de likes. El discurso rabioso siempre nubla el raciocinio.
La inmigración irregular es un problema y un reto que ha de ser encarado. Pero afrontarlo quemando mezquitas y asaltando las calles es un acto de bárbaros.
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