Fútbol y narcos: el crimen de Borja Villacís refleja el cambio de escenario de los ultras europeos

En un giro inesperado de los eventos, el fútbol europeo se ve envuelto en un escenario sombrío donde crimen organizado y violencia se han convertido en sinónimos de los ultras, aquellos grupos de fanáticos que anteriormente eran conocidos por su pasión y fervor por el juego. El caso del asesinato de Borja Villacís, líder de un grupo ultra en España, ha desnudado la trama oscura que se esconde detrás de las gradas de los estadios. La nexión entre fútbol y narcotráfico es una realidad que ya no se puede ignorar, y el caso de Villacís es solo la punta del iceberg de una problemática que afecta a todo el continente.

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ITER CRIMINIS: El crimen de Borja Villacís y la conexión entre fútbol y droga

El asesinato de Borja Villacís ha puesto en evidencia el complejo ecosistema que une al fútbol y la droga. El mundo ultra ha cambiado, y el narcotráfico también. Las facciones más radicales juegan ahora en una arena perfecta: ascenso de populismos, expansión del extremismo, y una permeabilidad fronteriza que provoca sensación de libertad, mayor operatividad y capacitación. Tres conceptos idóneos para la ampliación de su red de financiación.

El nacimiento de la cultura ultra

El nacimiento de la cultura ultra

Inglaterra fue la cuna del fenómeno hooligan. En los años 70, se lo llamó English Disease (enfermedad inglesa). La recesión y el desempleo provocaron marginalización, desigualdad y una exacerbación de la contracultura. Los partidos se vivían fuera del campo, y los skinhead acudían a raudales saltando a ritmo de ska y punk. La chavalería daba rienda suelta a sus hormonas, mientras los adultos encontraban, también, entre gritos y birras, su vía de escape.

En paralelo, y a pocos países de distancia, ocurría lo mismo en Italia. Los de la Fossa dei Leoni del Milan o i Fedelissimi del Torino nacían en los años de plomo y terrorismo político. Estos movimientos se desarrollan en contextos de descontento y cambio socio-económico. Surgen como subcultura urbana en busca de una identidad. Lo que al principio nace como respuesta a la frustración y a la autoridad, pronto se torna violencia y delincuencia.

La conexión entre hinchas y estupefacientes

La conexión entre hinchas y estupefacientes se sustenta en un nuevo escenario de consumo y venta. La diferencia entre aquellos jóvenes de los 70 y los de ahora radica en la sofisticación. Si antes se trapicheaba, ahora se trafica a gran escala. Y van a por todas: extorsión, secuestros, trata de personas o prostitución. Una tendencia que puede observarse en toda Europa. Las conexiones transnacionales del fútbol han encontrado la carretera del narcotráfico internacional.

Borja Villacís habría pertenecido a la facción ultra Outlaw. Su presunto asesino, Kevin Pastor, a Suburbios Firm, brazo del Frente Atlético, aunque estos hayan negado su vinculación. Son los llamados narconazis, y el vuelco entre bandas se alza como principal hipótesis del asesinato.

La situación en Italia

En Italia, la conexión del calcio y la mafia preocupa mucho. Hace unos años, el Tribunal de Turín condenaba al líder de los ultras de la Juventus, Rocco Dominello, a 7 años de cárcel por dejar entrar a la 'Ndrangheta entre i tifosi. El ex capo de la curva del Napoli, Genny 'a carogna (el carroña), fue condenado a 20 años por organización criminal, tráfico de drogas y resistencia.

Un doble escenario

Se produce, por tanto, un doble escenario que propicia esta convergencia. Por un lado, el extremismo ideológico europeo está creando generaciones más polarizadas y propensas al radicalismo. Las crisis económicas o la falta de oportunidades fortalecen los vínculos entre grupos violentos. Y, por otro lado, el panorama de sobreproducción de estupefacientes.

El precio de la cocaína ha caído casi un 40%, un inédito desplome debido a varios factores. Las variaciones meteorológicas y los avances en tecnología facilitan la producción en nuevos países. La inestabilidad política de ciertas regiones ha ralentizado la lucha contra el narcotráfico en América del Sur, y la suspensión de la fumigación de las plantaciones de coca ha favorecido los cultivos. Más droga, más delincuencia, más actores.

La justicia debe actuar

En un mundo cada vez más interconectado, la libertad parece teñirse de impunidad. El pan y circo reconvertido en coca y fútbol mancilla los auténticos sentimientos deportivos. Los ultras delincuentes vociferan los viejos valores de sus equipos, mientras los deshonran arrastrándose por los bajos fondos. Si no se contiene este tráfico, cada vez más adolescentes podrían desvirtuar la esencia del deporte.

Jorge Gutiérrez

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