Oksana, una mujer ucraniana, ha vivido durante dos años en un convento después de huir de su país natal. En una entrevista reciente, reveló sus sentimientos al respecto, expresando que Me gustaría estar aquí solo de turista, pero aún tenemos que luchar. Esta valiente decisión de refugiarse en un convento ha sido el resultado de una situación complicada en Ucrania, que la obligó a buscar seguridad y protección en un lugar sagrado. Oksana, en medio de su deseo de paz y tranquilidad, reconoce que la lucha por la libertad y la justicia aún no ha terminado. Su historia refleja la fortaleza y determinación de aquellos que enfrentan adversidades y desafíos, buscando un futuro mejor y más seguro.
Oksana, refugiada ucraniana en España: Aún tenemos que luchar por nuestra tierra
Oksana llegó de Ucrania en abril de 2022 acompañada por sus dos hijos menores y fue acogida en un convento. Dos años de guerra contra Rusia y de lucha contra el olvido. Algunos voluntarios nos explicaron que venía un autobús de refugiados para venir a España pero no sabíamos a dónde, nunca había salido en mi vida de mi país, rememora Oksana. Les dije que sí, claro, y aún seguimos allí. Les estamos muy agradecidos.
Oksana es solo una de las más de 200.000 historias de refugiados ucranianos acogidos en España desde el inicio de la invasión rusa, que comenzó hace justo dos años. El 61% de los que han llegado a nuestro país desde entonces son mujeres, como ella, y un 31%, menores de edad, como sus hijos. De ellos, casi todos cuentan con protección temporal, un mecanismo de la Unión Europea creado en 2001 pero que no se había activado hasta ahora y que permite de forma inmediata residir, trabajar, recibir asistencia médica y estudiar durante un año -prorrogable hasta tres- sin necesidad de pedir asilo.
En esos primeros días de guerra, los padres del colegio Santísimo Sacramento, un concertado religioso ubicado en Arturo Soria, decidieron organizar un autobús que se dirigió a la frontera polaco-ucraniana en busca de refugiados. En este convento dieron alojamiento y manutención a Oksana y sus hijos, que empezaron vendiendo pulseras a los padres para sacar algo de dinero en sus primeros días.
Dos años en un convento: la historia de Oksana, una de las refugiadas ucranianas
Hemos recibido muchísima ayuda de los españoles, lo agradecemos. Ahora ya no me hace falta nada porque tengo trabajo, no uno, cinco, explica la ucraniana. Junto a ella está su hija mayor, Violeta, que está a punto de cumplir 18 años y estudia un curso de estética en una academia.
Para mí aquí es muy difícil porque hay otra mentalidad y por el idioma, explica la joven. También porque tengo 18 años y es la edad en la que necesito pensar en mi futuro, en estudiar y después trabajar. Ahora estoy en un curso de estética y luego quiero encontrar un buen trabajo para vivir aquí y para ayudar a mi país y a mi familia.
Ucranianos en Madrid: recaudan fondos para la guerra en su país
Hace un año, Oksana y otros ucranianos empezaron a acudir cuatro días a la semana a una esquina de la Puerta del Sol para pedir fondos para su país. El dinero que recaudan lo invierten en comprar material de guerra que envían a Ucrania, donde el ejército ucraniano lo recibe y acredita su uso.
Nina, una enfermera jubilada en Ucrania, es una de las personas que le acompañan. Llegó a Madrid unos meses más tarde que Oksana y trabaja como interna en una casa de la capital. Cuando tengo tiempo libre siempre vengo aquí, declara en un castellano sorprendentemente fluido para haber sido aprendido en pocos meses.
La lucha de Oksana contra el olvido de la guerra en Ucrania
Tenemos mucho miedo de que la gente se olvide de Ucrania, admite Oksana. Esta guerra no solo afecta a los ucranianos, afecta a todos los países. Ucrania necesita muchísimas armas para ganar esta guerra, sin Europa y otros países es imposible.
¿Cuándo crees que podréis volver? Tengo muchas ganas de volver ya, ahora mismo compraría los billetes de avión y que se acabe la guerra y Rusia se vaya de Ucrania, expresa Oksana. En mi país y mi tierra tengo todo, mi casa, mi jardín, mi tierra. Nos gustaría solo venir a otro país como turistas y a dar un paseo, pero, ahora, aún tenemos que luchar.
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