La formación de palabras tabú y eufemismos en el lenguaje es un fenómeno lingüístico de gran interés que refleja la complejidad y la dinámica de las sociedades. En el proceso de creación de vocabulario relacionado con temas sensibles o socialmente censurados, los hablantes recurren a diversas estrategias para expresar conceptos de manera indirecta o suavizada. En este contexto, es fundamental explorar cómo surgen y evolucionan términos que, por su carga emocional o cultural, resultan socialmente inaceptables o incomodos, así como los recursos lingüísticos que se emplean para atenuar su impacto. Este estudio pretende indagar en los mecanismos que subyacen a la elaboración de vocabulario controversial y poner de relieve los eufemismos más recurrentes en el discurso cotidiano.
Palabras tabú y eufemismos: cómo evitamos lo incómodo en el lenguaje actual
El lenguaje es una poderosa herramienta de comunicación que se adapta y cambia con el tiempo para reflejar las normas sociales, las creencias y los valores de una sociedad en particular. Términos y expresiones que antaño se consideraban normalizadas hoy en día pueden ser hirientes e irrespetuosas hacia un colectivo, religión, cultura o persona. Por tal motivo, de tanto en tanto se van señalando algunas palabras inapropiadas u ofensivas en ciertos contextos debido a su contenido (ya sea vulgar, obsceno, discriminatorio o inadecuado), siendo denominadas como palabras “tabú”.
Estas palabras pueden variar según la cultura y la época, y lo que se considera tabú en un lugar o momento puede no serlo en otro. Para evitar el uso de ese tipo de palabras que pueden ser incómodas en situaciones más formales o respetuosas, la sociedad a menudo recurre a lo que se conoce como “eufemismos”, los cuales son términos o frases más suaves y menos ofensivas que se utilizan para reemplazar a aquellas consideradas ofensivas, molestas o inapropiadas.
A continuación os presento algunos ejemplos de palabras consideradas actualmente como tabú y los eufemismos propuestos para ser utilizados en su lugar: En lugar de decir “cárcel” denominarla “centro penitenciario” y al “preso” llamarlo “recluso” o “interno”; y, en contextos médicos, mejor referirse a un “enfermo” como “paciente”.
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