En el mundo de las relaciones, existen señales que pueden indicar problemas más allá de las palabras y las acciones. Una de ellas es la elección de la ropa adecuada con nuestra pareja. La ropa no es solo un aspecto superficial, sino que puede revelar una serie de patrones y hábitos que pueden afectar negativamente nuestra relación. En este sentido, elegir la ropa adecuada con nuestra pareja puede ser un indicador de peligro en la relación, ya que puede estar relacionado con la perdida de identidad, la falta de comunicación y la pérdida de autonomía. En este artículo, desvelamos el secreto detrás de la ropa y exploramos por qué elegir la ropa adecuada con tu pareja puede ser un indicador de peligro en la relación.
- ¿Por qué elegir la ropa adecuada con tu pareja puede ser un indicador de peligro en la relación?
- La moda como lenguaje compartido en las parejas puede ser un indicador de relación saludable o peligro
- La ropa como forma de control y explotación en las relaciones públicas
- La moda como herramienta de control y sometimiento en las parejas
¿Por qué elegir la ropa adecuada con tu pareja puede ser un indicador de peligro en la relación?
En los años 2000, las 'power couples' encontraron en la moda un lenguaje compartido con el que dejar constancia del éxito de sus relaciones. Desde Victoria y David Beckham hasta Britney Spears y Justin Timberlake, descubrieron la magia de conjuntar sus looks en la alfombra roja en un ejercicio de unión 'fashionista' que nuestra mente lee como una clara señal de que tienen una relación saludable.
La moda como lenguaje compartido en las parejas puede ser un indicador de relación saludable o peligro
Al fin y al cabo, si la moda es una forma de autoexpresión, cuando una pareja comparte gustos, ¿acaso no es esa una prueba irrefutable de que todo va sobre ruedas? Sin embargo, el tiempo demostró que no. El poder de las parejas que conjuntan sus looks es tal que se sigue erigiendo como la base de las relaciones aspiracionales, haciendo que las 'celebs' parezcan conectadas de forma emocional a través de sus looks, algo más habitual en las primeras fases de las relaciones.
La ropa como forma de control y explotación en las relaciones públicas
La moda puede en ocasiones no ser tan dulce, pues lejos de ser un vínculo, puede funcionar para convertir al otro en un producto que controlar y con el que incluso vender. De esta forma, pasamos de la persona marca a la persona neón publicitario.
Doja Cat y Guram Gvsalia, Kanye West y Bianca Censori son ejemplos de parejas que han llevado esta tendencia a un nivel alarmante. Ambos diseñadores visten tanto a la rapera como a la silente arquitecta a su antojo, justificando tal ejercicio alegando ser genios creativos.
¿Casualidad? Lo dudo. Él está obsesionado con la atención de los medios, y ella es una supuesta utilería que no se avergüenza de usar. Creo que las apariciones de Bianca y Kanye tienen como objetivo continuar la mística y crear un interés continuo en su marca.
La moda como herramienta de control y sometimiento en las parejas
En el mundo de la moda ocurre como en el arte: al haber tenido un acceso casi exclusivo los hombres a la puesta en marcha de las imágenes culturales, ellos se han encargado de controlar las construcciones arquetípicas de la feminidad que han influido en las ideas sobre el aspecto que han de tener las mujeres y cómo han de comportarse.
La sexualización impuesta convierte a Censori en una muñeca de exhibición para el placer voyeurista de West. Los looks de Censori se componen de prendas repletas de sexualización. La cantidad constante y significativa de exposición de la piel impone tanto a ella como a su audiencia un marco sexual a través del cual mirarla.
¿Está controlada o es cómplice? Tanto Kanye West como Guram conocen bien el poder de la controversia, por lo que aunque a primera vista este efecto Pigmalión se limita a unas conflictivas dinámicas de poder, no podemos obviar que quizás tanto Doja como Bianca quieren ser también erigidas como figuras disruptivas de la moda, por lo que son cómplices de cada acción.
El problema es que cuando se juega con la cosificación, entra en juego una posible dinámica de poder desequilibrada capaz de calar en el imaginario popular. Normalizar estas conductas es peligroso.
¿Estamos haciendo lo mismo al no decir a quienes deambulan de tal guisa por las calles y alfombras rojas que están siendo fruto de una trampa? ¿Y si esos escasos centímetros de tela que llevan se encargan de visibilizar la forma en la que hemos normalizado la sexualización del cuerpo femenino y el control del hombre, pero nos empeñamos en no decirlo?
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