- El horror en la cancha: el momento crítico en que Carolina Marín se lesiona de gravedad, seguido de un grito desgarrador y un silencio tenso en el pabellón
- La rodilla quebrada: el momento crítico en que Carolina Marín se lesiona de gravedad en los Juegos Olímpicos
- Las lágrimas de una Carolina Marín rota
El horror en la cancha: el momento crítico en que Carolina Marín se lesiona de gravedad, seguido de un grito desgarrador y un silencio tenso en el pabellón
En un instante crítico, la cancha se convirtió en un escenario de horror cuando la española Carolina Marín, una de las máximas figuras del bádminton mundial, sufrió una lesión de gravedad que conmocionó a todos los presentes en el pabellón. El grito desgarrador de la propia Marín y el silencio tenso que se produjo posteriormente, fueron solo algunos de los momentos más dramáticos de este trágico suceso. En las siguientes líneas, repasaremos con detalle lo que sucedió en ese instante fatídico que dejará una huella indeleble en la carrera de la destacada deportista española.
La rodilla quebrada: el momento crítico en que Carolina Marín se lesiona de gravedad en los Juegos Olímpicos
En el pabellón parisino, Carolina Marín volvía a volar sobre la pista, en unos Juegos Olímpicos, para reescribir la historia y dejar atrás una historia de dolor y sufrimiento. Nadie podía parar su arrolladora paliza a Bing Jiao He rumbo a la final, salvo un instante trágico, un mísero segundo que convirtió el mejor día de Marín en su peor pesadilla.
Un mal apoyo tras un golpeo en el aire dibujó una mueca de dolor en el rostro de la onubense. Entonces llegó el grito de dolor que silenció por completo el festivo ambiente de la afición española congregada en el pabellón parisino. Silenció sepulcral solo roto por el quejido de Carolina.
Manos a la cabeza y miradas perdidas entre los suyos. Frío en la mirada de sus dos entrenadores, dos rostros que reflejaban sin duda alguna la tragedia. Carolina se había roto.
Las lágrimas de una Carolina Marín rota
Cuatro años de sufrimiento, el recuerdo del billete a Tokio 2020 con el que nunca llegó a embarcar, los once puntos que quedaban para volver a una final olímpica ocho años después del oro conquistado en Brasil. una sucesión de imágenes en la mente de Carolina reflejada en sus primeras lágrimas.
No importó el protocolo. Sus dos entrenadores invadieron la pista y la acompañaron al banquillo. Tomó una rodillera y se remendó la pierna con la mirada perdida, en shock, en un automatismo frío imposible. Se sabía fuera de la batalla, pero el camino merecía al menos un intento a medias.
Un punto confirmó el desastre. 10-6, momento de la aceptación. 10-7, momento del derrumbe. Me retiro, dice a su equipo apenas un segundo antes de explotar. Entonces rompe en un llanto desconsolado aún más fuerte que la ovación de un pabellón entregado a la española. Solo las lesiones han podido con ella.
El sueño de medalla se desvanece para Carolina Marín, y con él, el espíritu de una nación que la había apoyado en su camino hacia la gloria.
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