No tener ganas de sexo: el trastorno de deseo sexual hipoactivo, un problema más común entre las mujeres que se cree.

Index

No tener ganas de sexo: el trastorno de deseo sexual hipoactivo, un problema más común entre las mujeres que se cree.

La disminución del deseo sexual es un tema delicado que afecta a un gran número de personas, especialmente a las mujeres. A menudo, se considera un tabú hablar sobre la falta de interés en la actividad sexual, lo que puede generar sentimientos de culpa, ansiedad y frustración. Sin embargo, es importante abordar este tema de manera abierta y honesta, ya que el trastorno de deseo sexual hipoactivo (TDSH) es un problema más común de lo que se cree, especialmente entre las mujeres. En este artículo, exploraremos las causas y consecuencias de este trastorno, así como las posibles soluciones y tratamientos para superar esta condición.

Despertar el placer: claves para superar el trastorno de deseo sexual hipoactivo

La primavera es una época especialmente excitante. Getty Images/iStockphoto

La Sexual Medicine Society of North America (SMSNA) cifra este trastorno en el 22 % de las mujeres y el 5 % de los hombres. Aunque reconoce que algunos estudios refieren una prevalencia de este problema de hasta el 40% en las mujeres. Nos referimos al Trastorno de Deseo Sexual Hipoactivo, esto es, falta de interés crónica o continua de la persona en el sexo, hasta el punto de producir angustia personal o en la relación.

¿Por qué las mujeres tenemos ese sentimiento de culpa permanente?

¿Por qué las mujeres tenemos ese sentimiento de culpa permanente?

Lucía Jiménez, psicóloga y sexóloga de cabecera de Diversual, apunta que el bajo deseo puede ir asociado a cambios hormonales, estrés diario, cansancio o conflictos en las relaciones sexuales, entre otros motivos. Muchas personas acuden a consulta por bajo deseo, cuando en realidad lo que sucede es que en su relación existe una discordancia en el deseo, o sea, ganas distintas, y quien tiene menos, suele cargar con el problema.

La experta en bienestar sexual de iroha, Mónica Chang, añade que para referirnos a un trastorno, esta falta de interés tendría que referirse a cualquier actividad sexual, ''es decir, una persona afectada por este trastorno tampoco tiene, o si tiene, le ocurre con muy poca frecuencia, pensamientos ni fantasías sexuales, y además está preocupada por ello''.

¿Por qué me pasa esto?

Lo primero que recomiendan los expertos es tratar de averiguar la causa o causas. Pero siempre teniendo en cuenta, como dice Jiménez, ''cada individuo cuenta con un nivel de deseo basal; o sea, la tendencia inherente a desear que cada persona tiene. Puede ser muy bajo en algunas, y muy alto en otras, y aunque puede cambiar, suele mantenerse estable en cada individuo''.

A partir de ahí, se pueden buscar causas físicas, psicológicas o fluctuaciones hormonales provocadas por el embarazo, la menopausia o los ciclos menstruales. Entre las primeras, la SMSNA apunta a enfermedades como la diabetes, el cáncer, la artritis y las enfermedades cardiovasculares; o medicamentos para controlar la hipertensión o los antidepresivos. También afectan la ansiedad, la depresión, la baja autoestima, los antecedentes de abuso o el estrés general.

Y, por supuesto, tener una mala relación con la pareja o falta de comunicación. Lucía Jiménez también apunta que ''a veces no hay ningún problema con el deseo, sino que hay demasiadas cosas que lo anulan, como sucede con el estrés, la mentalidad inmediatista con la que vivimos y los conflictos cotidianos''. Es decir, la vida misma, que nos arrolla sin que apenas nos demos cuenta, dejando la intimidad en la cuneta.

Aceptación del deseo del otro

A la hora de buscar el motivo, ''es importante detectar qué es exactamente lo que no se desea. A veces, con tal de evitar eso que no se quiere hacer (que suele ser el coito), se termina por dejar de disfrutar de otras tantas formas de sexualidad'', explica Jiménez. Y pone el siguiente ejemplo: ''Hay parejas que evitan besarse por temor a que se interprete como una invitación al coito. Es decir, creen que cada cosa que haga tiene que terminar en penetración, cuando a veces el placer puede centrarse en disfrutar únicamente de unas caricias, unos besos, o cualquier otra expresión''.

Esta explicación concuerda con los motivos de que la prevalencia sea mayor entre mujeres. Jiménez no cree que se deba a que en ellas haya ''menor deseo, sino a que la construcción de su deseo es menor. Las personas con vulva están educadas como receptoras del deseo, como objeto de deseo de otras personas. Y como todo, lo que no se pone en práctica, desaparece. El deseo hay que entenderlo, respetarlo, y alimentarlo'', afirma la psicóloga y sexóloga.

¿Debo obligarme a sentir más deseo?

Es cierto que el Trastorno de Deseo Sexual Hipoactivo puede afectar mucho a la pareja produciéndose ''un desequilibrio que debería restaurarse cediendo quien más deseo tiene para no invadir al que tiene menos dese'', dice Padilla. Al contrario de esta teoría, el terapeuta reconoce que normalmente, quien tiene menos deseo es quien se esfuerza más, ''deja que la otra persona disfrute de su cuerpo, pero eso a la larga hace que lo que se supone que debería ser una descarga por placer, convierte en una obligación''.

Esa sensación de obligatoriedad no hace sino empeorar las cosas. Por eso, Lucía Jiménez alude al posible malestar de quien lo padece y a ''su derecho a poner medios para comprender por qué sucede y trabajarlo si se quiere''. Para recuperar ese deseo, la experta apunta a ''remar a su favor''. ''El deseo y la exigencia no se llevan nada bien. Es necesario descubrir qué enciende a la persona y qué la apaga. Analizar si lo que la activa está presente, y si no, incentivarlo. Y si lo que la bloquea está presente, tratar de gestionarlo o si es posible, eliminarlo de la ecuación''.

Tips para incentivar el deseo

Los expertos apuntan a varias ideas que se pueden poner en marcha en pareja. Pero algunos, también a solas:

  • Preguntarse a una misma qué se desea; desde un paseo a un masaje, o, por qué no, exclusivamente la recepción de sexo oral (recordemos que no todo tiene que acabar en penetración).
  • Alimentar la mente a base de lectura erótica, por ejemplo. O una película sugerente. Quizás baste con echar la imaginación a volar.
  • Crear nuevos escenarios con tu pareja, utilizar juguetes sexuales nuevos.
  • Dejar de hacer cosas que no se disfrutan.
  • Descansar. Hay personas para quienes el estrés es un afrodisiaco, pero para la mayoría tiene el efecto contrario.

José Manuel Pérez

Soy José Manuel, un experto en temas de actualidad nacional española y colaborador del Diario Online, un periódico independiente que se caracteriza por ofrecer información veraz y objetiva. Mi pasión por el periodismo me impulsa a investigar a fondo cada noticia para brindar a nuestros lectores contenido relevante y de calidad. Con mi experiencia y conocimientos, me esfuerzo por contribuir al debate público y mantener informada a nuestra audiencia sobre los acontecimientos más importantes en España. ¡Sígueme para estar al tanto de toda la actualidad!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Subir