La tensión internacional vuelve a incrementarse con el despliegue militar de Putin en Cuba, lo que ha despertado el fantasma de la alerta nuclear que tanto conmocionó al mundo en la década de los 60. La Crisis de los Misiles, uno de los momentos más tensos de la Guerra Fría, parece repetirse en el presente. El presidente ruso, Vladimir Putin, ha decidido estacionar tropas y equipos militares en la isla caribeña, lo que ha generado una gran inquietud en la comunidad internacional. ¿Estamos ante una nueva Crisis de los Misiles? ¿Cuáles son las verdaderas intenciones detrás de este movimiento estratégico? En las próximas líneas, analizaremos las implicaciones de esta acción y las posibles consecuencias para la estabilidad global.
Cuba confirma la llegada de tres barcos y un submarino nuclear ruso la semana próxima
La noticia nos retrotrae a los años 60, a un momento del siglo XX en el que a punto estuvo de estallar una nueva guerra mundial, que hubiera sido nuclear y por ello posiblemente la última. Pero hablamos del presente. Tres barcos y un submarino nuclear van a visitar el puerto de La Habana este mes de junio.
«Ninguno de los navíos es portador de armas nucleares, por lo que su escala en nuestro país no representa amenaza para la región», asegura el Gobierno cubano. En un comunicado confirmó este jueves que ese destacamento naval arribará a puerto entre el 12 y el 17 de junio. No habla de ejercicios militares, frente a las informaciones publicadas recientemente en las que se apuntaba que, según fuentes estadounidenses, los barcos rusos viajaban hacia el Caribe para participar en unas maniobras.
La crisis de los misiles
En 1962, la Unión Soviética había ordenado la construcción de bases de misiles nucleares en Cuba, lo que desencadenó la conocida como crisis de los misiles. Fue un momento de gran tensión entre EE UU y la URSS, en el que el mundo estuvo al borde de una guerra nuclear.
La crisis comenzó el 14 de octubre de 1962, cuando aviones espía estadounidenses U-2 revelaron la presencia de 8 lanzaderas y 16 misiles de medio alcance en la región occidental de la isla. Todo era made in Russia.
La tensión se prolongó durante 13 días, en los que cualquier error de cálculo hubiera podido dar pie a un conflicto de consecuencias difíciles de imaginar. La tensión se prolongó hasta el 28 de octubre.
El papel de Kennedy
El presidente de EE UU, John Fitzgerald Kennedy, demostró tener inteligencia y sangre fría. No hubo sitio para aquella testosterona que, cuentan sus biógrafos oficiales y los otros, había paseado por muchos dormitorios además del de su esposa Jacky.
Kennedy creó un grupo de trabajo formado por asesores de su confianza del Consejo de Seguridad Nacional. Estos expertos abogaron por hacer oídos sordos a los responsables del Estado Mayor, que apostaban por un ataque aéreo sobre Cuba. En su lugar apostaban por abrir una negociación con el Kremlin a través de canales no tradicionales al tiempo que se implantaba un bloqueo sobre la isla para evitar la llegada de nuevas armas.
El 22 de octubre de 1962, el presidente se dirigió al pueblo estadounidense en un mensaje televisado de 17 minutos. Habló públicamente de establecer una cuarentena y un cerco naval alrededor de la isla de Cuba.
El desenlace
Finalmente, el 28 de octubre, Jrushchov le dijo a Kennedy que la URSS veía el bloqueo como una agresión y no instruiría a los barcos que se desvíen. No los detuvo, pero sí que se ordenó que disminuyeran la velocidad en su desplazamiento hacia Cuba. De ese modo evitaba un conflicto mayor, mientras se abrían las posibilidades de una negociación entre las partes.
El resultado final de la crisis de los misiles fue que la Unión Soviética retiraba los misiles nucleares instalados en Cuba, EE UU se comprometía a no declarar la guerra a Cuba y Washington retiraba los misiles nucleares instalados en Italia y Turquía. Se creó una línea de comunicación directa entre la URSS y los EE UU a través del teléfono rojo.
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