En un reciente estudio, se ha revelado el motivo científico que se esconde detrás de la enigmática 'maldición de Tutankamón'. Este fenómeno, que ha intrigado a arqueólogos y científicos durante décadas, ha sido abordado con rigurosidad por un equipo de investigadores. Según las investigaciones, se ha identificado que la presencia de altos niveles de hongos tóxicos en la tumba del faraón egipcio podría ser la causa de las extrañas muertes asociadas a la maldición. Este hallazgo arroja luz sobre uno de los misterios más persistentes de la historia antigua y plantea nuevas interrogantes sobre las prácticas funerarias del antiguo Egipto. Sin duda, este descubrimiento marcará un hito en la comprensión de la vida y la muerte en la civilización del Nilo.
Estudio revela envenenamiento por radiación como causa de misteriosas muertes en la tumba de Tutankamón
El descubrimiento de la tumba de Tutankamón en 1922 desató una serie de muertes misteriosas entre aquellos relacionados con el hallazgo. Durante años, se ha especulado sobre una supuesta maldición que envolvía al faraón. Sin embargo, un estudio científico publicado en el Journal of Scientific Exploration arroja luz sobre estos hechos.
El autor del estudio, Ross Fellowes, sostiene que la causa de las muertes fue el envenenamiento por radiación, proveniente de elementos naturales ricos en uranio y desechos tóxicos deliberadamente colocados en la bóveda sellada de la tumba. Esta exposición habría desencadenado cánceres, como el linfoma de Hodgkin que acabó con la vida del arqueólogo Howard Carter, la primera persona en ingresar a la tumba hace más de un siglo.
Además, Lord Carnarvon, patrocinador de la expedición, falleció por envenenamiento de la sangre cinco meses después del descubrimiento. Otras personas involucradas en la excavación también murieron por diversas causas, todas relacionadas con la radiación y teniendo más de 50 años.
Descubierto el motivo científico detrás de la 'maldición de Tutankamón'
El estudio revela que se documentaron altos niveles de radiación en las tumbas del Reino Antiguo, en Giza y Saqqara. Se detectó una intensa radiactividad en cofres de piedra, especialmente en su interior. Estos cofres, hechos de basalto, eran fuentes puntuales de radiación, a diferencia de los niveles naturales del entorno.
Otros estudios han confirmado altas concentraciones de gas radón en diversas tumbas, sugiriendo la presencia de sustancias tóxicas enterradas junto a restos momificados. Estos hallazgos apuntan a la existencia de una fuente no natural de radiación en las tumbas, diferente al lecho de piedra caliza circundante.
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